En 2020, un sencillo vídeo en el que una mujer enferma de Alzheimer aleteaba los brazos consiguió enternecer al mundo entero: la mujer se llamaba Marta C. González, y durante unos momentos fue capaz de recordar su pasado como primera bailarina del ballet de Nueva York y balancear sus extremidades con toda la gracilidad que le permitía su avanzada edad. Pero, ¿cómo pudo una enferma de Alzheimer despertar de ese terrible letargo? Los responsables de ese milagro fueron Tchaikovsky y El lago de los cisnes.

El ejemplo de esta bailarina es solo uno más de los muchos que existen en torno a determinadas terapias que, a pesar de no formar parte del ámbito científico, producen efectos sorprendentes en pacientes con determinadas enfermedades.

El campo de las terapias alternativas es muy extenso, pero vamos a mencionar solo cuatro que son completamente inocuas y que ayudan a mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Musicoterapia para enfermedades neurodegenerativas

La música es un poderoso estímulo cerebral que durante los últimos años ha aportado notables ventajas en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como las demencias sin cura.

Diversos estudios médicos han demostrado beneficios en dolencias como la demencia, el párkinson, la epilepsia, etc. En concreto, la musicoterapia está indicada para varios procesos:

• Recuperar el habla después de un daño cerebral
• Reducir la incidencia de la demencia senil.
• Reducir el asma asociada a episodios de ansiedad.
• Mitigar el dolor y la ansiedad ocasionadas por determinadas enfermedades.
• Mejorar las habilidades de niños con autismo.
• Estimular la función motora en pacientes de Párkinson.
• Mejorar la memoria en casos de Alzheimer

La música estimula la parte derecha del cerebro por su relación con la creatividad, aunque involucra a ambos hemisferios.

Zooterapia para mejorar el estado de ánimo

La terapia con animales y mascotas es cada vez más utilizada en la recuperación de determinadas dolencias musculares y trastornos mentales. El contacto con animales mejora la socialización y el estado de ánimo; favorece la empatía y la creación de lazos afectivos, y son un buen tratamiento complementario para niños enfermos y para personas con discapacidad

Dentro de estas terapias destacan dos: la equinoterapia con caballos y la que se realiza con perros.

• Terapia con caballos. La monta ecuestre estimula partes del cuerpo que le ayudan a mejorar el equilibrio y la movilidad. El ritmo del trote es semejante a los movimientos de la pelvis al andar, hecho que lo convierte en una terapia adecuada para personas que han visto reducida su movilidad. Además, durante los últimos años los caballos han contribuido a mejorar los tratamientos de personas con autismo, síndrome de Down, esclerosis y parálisis cerebral, entre otras enfermedades, eso sí, siempre acompañadas de tratamiento médico.
• Terapia con perros. La terapia con perros adiestrados es una potente arma psicológica que ayuda a mejorar la atención de niños con Trastorno de Déficit de Atención, disminuye la ansiedad y el estrés, favorece la estimulación mental y ofrece beneficios psicomotores, además de favorecer las habilidades sociales.

Hidroterapia en la rehabilitación muscular

Existen diferentes tipos de tratamientos con agua. La hidroterapia mecánica, por ejemplo, es la que utiliza su resistencia o la fuerza de chorros propulsados para mejorar la rehabilitación muscular o estimular la circulación, respectivamente.

La hidroterapia térmica, por su parte, utiliza la temperatura del agua para provocar un efecto relajante, sedante, mejorar la vasodilatación, actuar como calmante muscular e incluso provocar un efecto antiinflamatorio. Por eso la hidroterapia está indicada como tratamiento para diferentes dolencias como la fibromialgia, y para pacientes que sufren alteraciones osteomusculares o limitaciones de la movilidad.

Risoterapia contra la depresión

La risa es uno de los mecanismos más eficaces que tiene el ser humano para mejorar su estado de ánimo e incluso para superar situaciones complejas.

Cada vez que nos reímos activamos cerca de 400 músculos de nuestro cuerpo, desde los faciales hasta los abdominales, y nuestro cerebro libera endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad, mientras limita la producción de cortisol, la hormona del estrés.

La risa ayuda a oxigenar mejor nuestro cuerpo porque nos obliga a tomar más aire, a mejorar la respiración para fortalecer el corazón. Y aunque no hay una evidencia científica sobre sus ventajas, éstas son evidentes desde un punto de vista psicológico. Por un lado, cuando nos reímos reducimos la ansiedad y el estrés, mientras que ayudamos a neutralizar los síntomas de la depresión.

La risa continuada es un buen antídoto contra el pesimismo y refuerza la autoestima y las capacidades intelectuales, e incluso puede contribuir a controlar los niveles de agresividad.