Investigación y Ciencia - 31 Enero, 2022
Avances en medicina regenerativa: Trasplantan por primera vez un corazón de cerdo a un ser humano
La experimentación con animales ha sido una constante para el desarrollo de avances médicos desde el siglo V a.d.C.
Investigadores de Estados Unidos trasplantan por primera vez a un hombre el corazón de un cerdo modificado genéticamente.
Un equipo de bioingeniería logra regenerar el cartílago de la articulación de un conejo con una técnica basada en impulsos eléctricos.
Tags: #Artrosis, #ExperimentaciónAnimal
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La experimentación con animales ha sido una constante en la historia de la investigación médica. Desde que Alcmeon de Crotona seccionó el nervio óptico de un animal para demostrar su función, en el año 450 a. de C., hasta las investigaciones actuales sobre el Alzheimer o la esclerosis múltiple, por citar solo dos ejemplos, la Humanidad ha basado buena parte de sus avances médicos en la investigación animal, incluso a pesar de los debates éticos que le han acompañado durante los últimos cuatro siglos.
Al margen de estas últimas consideraciones, durante los últimos años se han producidos varios avances médicos que han desembocado en importantes hitos en apenas unas semanas: la utilización de un corazón de cerdo genéticamente modificado para trasplantar el de un ser humano, y la regeneración del cartílago de un conejo gracias a una novedosa técnica basada en señales eléctricas.
Intervención cardíaca quirúrgica pionera
El logro de mayor envergadura es el que ha tenido como protagonista a un hombre de 57 años con una enfermedad cardiaca terminal, al que le fue trasplantado el corazón de un cerdo modificado genéticamente. El paciente se sometió a una operación realizada en el Centro Médico de la Universidad de Maryland tras quedarse sin opciones de un trasplante convencional y recibir el visto bueno de la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA).
Este tipo de trasplantes entre animales y seres humanos es especialmente delicado, porque el cuerpo de los pacientes rechaza con mucha celeridad los órganos de los animales. Uno de los casos más conocidos se produjo en Estados Unidos en 1984, cuando una pequeña llamada Fae solo pudo aguantar 21 días con el corazón de un babuino.
En el caso más reciente, la operación fue la primera en el mundo que se lleva a cabo con el corazón de un cerdo modificado genéticamente. Los cerdos son una fuente potencial de trasplantes para el ser humano por las similitudes que guardan sus órganos tanto en cuanto a características como a tamaño, en especial los riñones, el hígado y los pulmones.
En este caso, los investigadores tuvieron que hacer frente a las diferencias genéticas que provocan el rechazo de los órganos y a los riesgos de infección con determinados virus. Para evitar estas situaciones, consiguieron eliminar tres genes del cerdo donante e introdujeron otros seis genes humanos compatibles, además de suprimir otro gen que promovía el crecimiento excesivo del tejido cardíaco del animal.
A la espera de conocer la evolución del paciente y el posible rechazo de su cuerpo al órgano del cerdo, este trasplante abre enormes expectativas para paliar la escasez de este tipo de órganos ante la enorme demanda que existe en la actualidad.
Nuevo paso hacia la curación de tejidos y articulaciones
Éste no ha sido el único experimento que ha tenido como protagonista a un animal. Un equipo de bioingenieros de la Universidad de Connecticut ha logrado regenerar con éxito el cartílago de la articulación de un conejo, un paso previo a la curación de tejidos y articulaciones en seres humanos. La artrosis de rodilla es una enfermedad degenerativa que se produce cuando el cartílago sufre un desgaste paulatino y deja desprotegidos los huesos, hecho que complica la realización de una tarea tan sencilla como caminar.
Hasta el momento el tratamiento más habitual para corregir la artrosis de rodilla consistía en reemplazar el cartílago dañado con una pieza sana extraída de otra parte del cuerpo o de un donante, pero ambas opciones entrañan riesgos: si el cartílago procede del mismo paciente podría dañar la zona de la que se ha extraído, mientras que si pertenece a otra persona tendría la posibilidad de sufrir un rechazo.
Para evitar estas contingencias los investigadores recurrieron a las señales eléctricas como clave para la regeneración del cartílago y diseñaron una matriz de tejido con nanofibras de ácido poliláctico, un polímero biodegradable que produce una carga eléctrica al comprimirse. El objetivo de los investigadores era conseguir que esta matriz generase un campo eléctrico estable y constante que atrajera a las células y éstas consiguieran regenerar el cartílago, algo que ocurre de forma automática al caminar y correr.
Esto fue, precisamente, lo que le ocurrió a un conejo herido al que se aplicó esta técnica: el cartílago se regeneró a medida que el animal se movía. A pesar de que estos resultados han sido concluyentes, de momento la técnica se encuentra en fase experimental y debe probarse en animales de mayor envergadura antes de utilizarse con humanos.
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