Los desfibriladores automáticos son desde hace tiempo habituales en determinados espacios públicos como estadios de fútbol y otras áreas de asistencia masiva de personas para atender posibles incidencias cardiacas.

La razón es evidente: cerca de 30.000 personas fallecen en España cada año a consecuencia de un paro cardíaco, y la tasa de supervivencia de quienes sufren este tipo de incidentes se sitúa en torno al 5%, según datos de la Fundación Española del Corazón¹.

Estas cifras dan una idea de la gravedad que supone este tipo de episodios para el conjunto de la población, y ponen de manifiesto la necesidad de contar con un mayor número de desfibriladores para atender este tipo de emergencias.

De hecho, se estima que la tasa de supervivencia podría triplicarse y aumentar hasta el 15% si las personas afectadas reciben maniobras de resucitación cardiopulmonar, tanto manuales como con desfibriladores; es decir, que la cifra de fallecidos podría reducirse entre 4.500 y 9.000 personas al año.

Drones al servicio del corazón

Sin embargo, el acceso a los desfibriladores no siempre es sencillo puesto que en la mayoría de las ocasiones deben permanecer custodiados o en sitios cubiertos y a salvo de las inclemencias meteorológicas.

Para esquivar esta situación, un grupo de investigadores suecos financiados por la Fundación Sueca de Corazón y los Pulmones ha realizado un estudio para evaluar la eficacia de la entrega de este tipo de dispositivos mediante drones, y comparar su tiempo de respuesta con el de las ambulancias convencionales, tal y como recoge la revista The Lancet².

El envío con drones de desfibriladores externos automáticos directamente al lugar en el que se produce un episodio cardiaco constituye un enfoque novedoso para mejorar la desfibrilación de los transeúntes que sufren un paro del corazón extrahospitalario.

El estudio, realizado a lo largo de un año en Suecia, ha consistido en la habilitación de cinco drones equipados con desfibriladores automáticos en dos espacios aéreos controlados con una población de 200.000 habitantes. La investigación excluyó las alertas relativas a niños menores de 8 años, las urgencias de naturaleza no cardiaca, y los casos en los que el vuelo de los drones se viera condicionado por razones climatológicas, por zonas de exclusión aérea y por oscuridad.

Resultados prometedores

Durante el periodo de estudio, entre el 21 de abril de 2021 y el 31 de mayo de 2022, se produjeron 211 alertas de sospecha de paro cardíaco extrahospitalario, para las que se desplegó un dron en el 34% de los casos, es decir, en 72 ocasiones, que pudo aterrizar a una distancia inferior a 90 metros del paciente. La entrega exitosa del aparato se produjo en la totalidad de las ocasiones en las que se confirmó que la alerta se debía a un paro cardíaco extrahospitalario.

En el 67% de los casos el dron llegó al lugar de la emergencia antes que la ambulancia con una antelación media de 3 minutos y 14 segundos. Es decir, los drones equipados con desfibriladores automáticos que se enviaron en casos de sospecha de paros cardíacos extrahospitalarios entregaron el dispositivo antes de la llegada de la ambulancia en las dos terceras partes de los casos, con un beneficio de tiempo medio clínicamente relevante superior a los 3 minutos.

Estos datos han llevado a los investigadores a concluir que el uso de drones podría mejorar la respuesta ante este tipo de situaciones.